Para hacer una buena cuajada casera, sólo se necesitan dos cosas: leche fresca (preferiblemente de oveja) y cuajo. Fácil y exquisita.
Ya me conocéis. Soy un firme defensor de los postres caseros. Quizás, algunos de vosotros, al leer cuajada casera ha pensado: buah!… la típica cuajada que se hace con de sobres. Es cierto cierto que a este de los polvos podemos llamarla cuajada, y que también es casera. Pero la que os traigo hoy es algo no sólo más sano, sino también mucho más simple. Si hacer yogures es fácil, hacer cuajada casera es mucho más. Simplemente vamos a necesitar dos cosas: leche fresca y cuajo.
☛ La leche. Lo primero que hay que aclarar es que no vale la leche UHT (la normal), esa que dura meses en la despensa. Tiene que ser leche fresca o pasteurizada (suele tener una caducidad de unos pocos días). ¿Y de qué tipo? Pues la cuajada tradicional es de leche de oveja (que tiene más grasa y cuaja mejor), aunque es difícil encontrarla en el súper así que la mayoría de la gente las hace con leche de vaca. Utilizar una buena leche, es sinónimo de obtener una mejor cuajada con mayor densidad y cremosidad.
☛ El cuajo. Lo podéis encontrar en las farmacias (alrededor de 3€ el botecito aunque dependerá de la farmacia). El más conocido es el de la marca Nievi, y podéis encontrarlo líquido (el que uso yo) o en polvo. Lo más importante al manejar el cuajo es no sobrepasar la temperatura que se nos indica (38ºC para el cuajo de farmacia o 55ºC para el cuajo de repostería) ya que mataríamos el poder de la ‘magia’.
☛ Leche en polvo. En el caso de utilizar leche de vaca fresca pasteurizada, es conveniente añadirle un par de cucharadas de leche en polvo para que recupere parte del calcio que pierda en la pasteurización y así ayudar en el cuajado. Si utilizáis leche de oveja (mucho más grasa) o leche de caserío, esto no será necesario.
Y ya, en plan culturilla general, comentar que la cuajada tradicionalmente se hace en kaiku, un cuenco de madera de forma cónica e inclinada. Hoy en día, y por temas de higiene, suele hacerse en tarros de barro si bien el proceso es el mismo.
Nada más, si habéis llegado hasta aquí, leer los pasos de la receta será coser y cantar
Ingredientes
- 1 litro de leche fresca entera (preferiblemente de oveja)
- 20 gotas de cuajo líquido
- 50 g de leche en polvo (opcional)
Abreviaturas
- c/s: Cuchara sopera
- c/p: Cuchara de postre
- c/c: Cuchara de café
- c/n: Cantidad necesaria
Elaboración
- En un cazo ponemos a calentar la leche junto con la leche en polvo (si es que la usamos). Dependiendo del tipo de cuajo que vayamos a utilizar no deberemos sobrepasar los 50-55ºC (para el cuajo de repostería) o los 34-38ºC (para el cuajo de farmacia). Es muy importante no sobrepasar estas temperaturas ya que destruiríamos el cuajo.
- Retiramos la leche del fuego y nos disponemos a incorporar el cuajo. En este caso podemos: (a) echamos unas 4-5 gotas en cada uno de los tarros y repartimos la leche entre ellos, o (b) incorporarlo directamente al cazo (20 gotas por cada litro de leche) y tras unos meneos lo vertemos en los tarros de barro.
- Independientemente de la forma en la que hayamos repartido la leche, es muy importante que una vez que la mezcla de leche y cuajo esté en los tarros, NO MOVAMOS los tarros. Sólo necesitaremos esperar 10-15 minutos a que se produzca la magia.
- Cuando hayan cuajado, dejaremos unos minutos más a que termine de atemperar, las tapamos con papel de aluminio y las llevamos a la nevera. No deberemos pasarlas a la nevera antes de tiempo porque de lo contrario no nos cuajarán.
- Dejamos enfriar en la nevera antes de servir. Podemos endulzarla con un poco de miel y añadirle unas nueces.
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