De entre las muchas elaboraciones que podemos encontrar con esta seta, los níscalos al horno con ajo y perejil es una de mis preferidas.
Hay recetas, que para mí son algo más que eso. Es algo que me traslada al pasado. Algo que me hace recordar los muchos y buenos momentos que he pasado con mis abuelos, padres y tíos. Y estos níscalos al horno es una de esas. La de veces que habré comido níscalos recién cogidos y hechos en la cocina económica de mi abuela y, tiempo atrás, ya en la de mis padres.
Los níscalos al horno, en mi caso, es una de esas recetas, que empiezo a elaborar mucho antes de entrar en la cocina. Sí, sí, como os lo cuento, porque si hay algo que me gusta tanto o más que comerme estos níscalos, e ir a cogerlos. Ese momento es mágico y en esta ocasión lo he disfrutado con mi tío Mariano y Antonio (un amigo nuestro).
El níscalo (Lactarius deliciosus) es una las setas más populares en nuestro país. De hecho, dependiendo de la región, lo podéis encontrar con diferentes nombres: nícalo (sin ‘s’), mízcalo, rebollón (en la zona de Cataluña) o mícula son algunos de ellos. Éste último (mícula) es muy propio de la sierra de la Demanda y la comarca de Pinares. Ahí, en la comarca de Pinares es donde suelo ir a por ellos, y más concretamente en mi pueblo (Huerta de Rey) y alrededores aunque paradójicamente en mi pueblo se le conoce más como níscalo.
Si tenéis ocasión de ir a coger vuestras propias setas (y siempre cogiendo sólo lo que se conoce bien), no os olvidéis de llevar una navaja micológica y una cesta de mimbre. Sobre todo, la cesta es muy importante ya que permitiremos que mientras vamos por el campo, las esporas de las setas se ‘caigan’ de la cesta y así se repartan por el campo para que puedan volver a crecer más
Ingredientes
- 600 g de níscalos
- 5 dientes de ajo
- Perejil
- Sal
- Aceite de oliva virgen extra
Abreviaturas
- c/s: Cuchara sopera
- c/p: Cuchara de postre
- c/c: Cuchara de café
- c/n: Cantidad necesaria
Elaboración
- Lo primero que haremos será limpiar concienzudamente los níscalos. Para ellos cortaremos el pie y aprovecharemos para revisar que no tengan gusanos (en caso de tenerlos, yo suelo desechar el níscalo entero). Luego limpiaremos bien el sombrero bajo un pequeño chorro de agua fría (hay gente que lo hace con un paño húmedo -ver notas-) asegurándonos que no queda rastro de tierra.
- Precalentamos el horno a 180º.
- Pelamos los ajos y los machacamos en un mortero o bien con el típico prensador de ajos. Picamos el perejil finamente. Reservamos.
- En una recipiente apto para horno, colocamos los níscalos ya limpios con las láminas mirando hacia arriba. Espolvoreamos sobre las láminas la mezcla de ajos y perejil que teníamos reservada. Salamos a nuestro gusto y terminamos rociando con aceite de oliva virgen extra.
- Metemos en el horno y dejamos que se hagan durante 25 minutos o hasta que estén a nuestro gusto.
- Los comemos recién hechos en cuanto atemperen un pelín para no quemarnos.
Para tener en cuenta
- Cuando vayáis a hacer níscalos al horno, y si tenéis donde escoger, deciros que el mejor níscalo para esta elaboración es el níscalo que no es muy grande, y cuyo sombrero está bien cerradito en los extremos. Ya cuando empiezan a tomar forma cónica, son más propicios dejarlos para otras elaboraciones. Ni que decir tiene que cuanto más frescos (recién cogidos) mucho mejor.
- Lavar los níscalos. En general, si leéis por Internet, veréis que recomiendan limpiar los níscalos con un cepillo (para quitarle la suciedad) y si no sale bien, con un trapo ligeramente húmedo. Con este método se intenta proteger la seta ya que suelen ser bastante delicadas. En mi casa, siempre se ha hecho bajo el grifo del fregadero, con un chorrito (muy fino) de agua fría. Quizás la razón también sea que muchos de los níscalos que cogemos nosotros suelen ser de esos que están debajo de la pincha del pino (frente a los que pueden aparecer sobre hierba) lo que hace que tengan mucha más arena.
- Degustación. Los níscalos, como os comentaba más arriba, están realmente buenos recién hechos. Pero lo que no os podéis olvidar cuando vayáis a deleitaros con ellos, es tener un buen trozo de pan al lado. Untar el jugo que se queda en el recipiente es todo un placer gastronómico . Son ideales para un aperitivo o bien para una cena. Los tomes a la hora del día que los tomes, te van a encantar.
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